3 Los Andes

Los Andes, desde Colombia hasta el sur de Chile, fueron y son la región de una de las civilizaciones más avanzadas de Sudamérica: los incas. Sus descendientes y sus vecinos, los mapuches o araucanos y los aimaras, continúan habitando la región y luchando en muchos casos por sus derechos ancestrales y tierras.

Expansión del Imperio incaico (1438-1525). (Nota: el mapa está en inglés)

LOS INCAS (C. 1100 D.C.-1532 D.C.)

Los incas se establecieron en el área de Cusco alrededor del año 1200 y fueron la cultura más avanzada de Los Andes. Su expansión les llevó a ser el mayor imperio precolombino, unido por una importante red de caminos.

Los incas no disponían de un sistema de escritura pero sí de una tradición oral muy rica, transmitida por cantores profesionales. También destacaban los quipus, un sistema para recopilar datos por medio de cuerdas con nudos de varios colores. Sobresalieron sobre todo por la arquitectura (Machu Picchu es un ejemplo famoso -“montaña vieja” en quechua), la ingeniería (puentes colgantes y sistemas de riego), la orfebrería (con metales preciosos y piedras), la cerámica y elaboración de tejidos (lana y algodón), su tradición literaria y la medicina (diestros cirujanos). 

La sociedad inca se organizaba en tres clases sociales: el mayor puesto de poder lo ocupaba el Sapa Inca y la familia real; los nobles, de donde se elegían a los sacerdotes; y finalmente el pueblo, compuesto por los campesinos, los colonos y los sirvientes. El Sapa Inca podía tener varias esposas, que eran parientes (hermana, prima o sobrina). Con la esposa principal o Coya se establecía un poder paralelo. La Coya adoraba a la luna y reinaba sobre las mujeres; el Sapa Inca adoraba al sol. Socialmente había, sin embargo, una gran diferencia entre las mujeres de la nobleza y las del pueblo. La mujer del pueblo debía tejer, cocinar y ayudar al esposo en el campo y con los animales, sin embargo, la mujer noble tenía sirvientes y podía dedicar tiempo a su cuidado físico, además tenían derecho a tierras. Como característica social interesante, las jóvenes del pueblo podían cambiar de posición social por su belleza o por sus capacidades artísticas, recibiendo una educación especial junto a las jóvenes nobles. También podían ser elegidas para sacrificios a los dioses.

Los incas eran una sociedad politeísta, como muchas otras del continente y su vida social y política estaba muy ligada a la religión. Los dioses se relacionaban con la naturaleza, siendo Viracocha el dios supremo, creador y señor del cielo y de la tierra. La mayoría adoraba a Pachamac (dios de la creación y de la vida), Inti (dios del sol y padre de los incas) y a las diosas de la luna (Mamaquilla), de la tierra (Pachamama) y del rayo y la lluvia (Illapa). Era importante también el culto a los antepasados. Hacían sacrificios de animales. 

Machu Picchu. (Foto: Bill Damon)

La economía estaba muy desarrollada, destacando la agricultura. Los cultivos, en terrazas y con un magnífico sistema de irrigación por canales, se distribuían por zonas, sacando el máximo provecho. La agricultura era una actividad comunitaria y el trabajo era obligatorio entre los 25 y 50 años. El excedente se depositaba en tambos o grandes almacenes para alimentar a los soldados. Destacaba el cultivo de la papa, el maíz, las chirimoyas, las papayas, los tomates y los frijoles. No usaban monedas y cada hombre y mujer tenía derecho a tierra. Domesticaron a animales como la llama, la vicuña y la alpaca. Los incas tenían una especie de seguridad social, que aseguraba una vida tranquila y cuidados a aquellos que dejaban de trabajar, a los ancianos, huérfanos, viudos o personas caídas en desgracia. 

En la actualidad, la herencia inca está presente en los quechuas, pueblo dominante en la región. Los quechuas mantienen parte de las celebraciones religiosas de sus antepasados y el conocimiento del cultivo de la tierra y cría de los animales. La lengua, del mismo nombre, la hablan más de 8 millones y medio de personas. En muchas regiones, sin embargo, los quechuas se enfrentan a conflictos con las autoridades locales para reclamar tierras ancestrales o el acceso al agua.

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LOS MAPUCHES (C. 600 A.C.-PRESENTE)

Mujeres mapuches en la entrega terreno a Comunidad Mapuche Lorenzo Quintrileo de Tirúa, 2015. (Foto: Ministerio Bienes Nacionales, Chile)

A la llegada de los españoles, este grupo ocupaba la parte central y sur del actual Chile y el este de Argentina, es decir, en el pasado era la región de La Araucania, de ahí que los españoles les llamaran araucanos. El nombre con el que se refieren a ellos mismos significa “gente de la tierra” (mapu: de la tierra, che: gente), siendo esa la lucha más importante que mantienen en la actualidad con los gobiernos de Chile y Argentina. 

Los mapuches no tenían escritura, así que lo que conocemos de ellos es a través de las crónicas españolas. En principio su sistema social era matriarcal, pero poco antes de la llegada de los españoles evolucionó a un patriarcado polígamo, donde el número de mujeres dependía del poder adquisitivo del hombre. Preocupados por la higiene, vestían ropas de lana y vivían en rucas, viviendas de una sola habitación sin ventanas. Los mapuches vivían en clanes familiares independientes con un lonko o jefe. La mujer tenía una posición particular en la sociedad: el papel de hechicera o machi era exclusivo de ellas; y la responsabilidad de limpiar y preparar la tierra para cultivar. En tiempos de guerra podían acompañar a los hombres, pero no luchar. A pesar de estas deferencias, en la familia, los hombres comían antes que las mujeres. 

Los mapuches eran fieros guerreros y ofrecieron gran resistencia a los españoles, durante más de 300 años. Dos de sus líderes Caupolicán y Lautaro destacaron especialmente.

Los mapuches eran nómadas y se dedicaban a la pesca y a la ganadería, que trashumaban entre los territorios de los actuales Chile y Argentina. En los siglos XVII y XVIII se asentaron y la agricultura comenzó a ser una labor muy importante, destacando el cultivo de papas, maíz, frijoles y calabaza. Destacan aún hoy por el trabajo textil, los utensilios de cerámica, los trabajos con mimbre y de orfebrería. El desarrollo tardío de su economía se debió a estar en guerra con los españoles por 300 años.   

Nuestro conocimiento actual de la religión mapuche está marcado por el sincretismo después de la colonización. Sus vidas estaban regidas por el admapu, conjunto de reglas sociales, legales, éticas y religiosas. La naturaleza y los antepasados tenían gran importancia en la religión, siendo Ngenechén la deidad suprema. La naturaleza purifica y cura los males, los antepasados controlan las enfermedades y dolencias. No adoran imágenes, la machi contacta con los espíritus de los ancestros para recibir consejos. 

Los mapuches continúan luchando con los gobiernos de Chile y Argentina por el reconocimiento de sus tierras ancestrales. 

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LOS AIMARAS (C. 1200 D.C.-PRESENTE)

Hombre aimara junto a un barco hecho de totora, en el lado boliviano del lago Titicaca. (Foto: EEJCC)

Los aimaras habitan la meseta andina del lago Titicaca desde tiempos precolombinos y se extienden desde el noroeste de Argentina hasta el sureste del Perú. El término aimara nace durante la colonia para referirse a diferentes naciones durante los siglos XV y XVI (los reinos aimaras).

Los incas los llamaban collas y parece ser que ellos mismos se hacían llamar jaqi. Su lengua era conocida como el jaqi aru (no poseían escritura pero sí un sistema antecesor a los quipus). Con el tiempo se adoptó el nombre de un pequeño grupo, los aimaras, para referirse a su conjunto. Como se puede ver, su origen es muy complejo. Formaron parte del imperio inca que, al desaparecer, provocó la fragmentación de los aimaras, unos 2 millones. Tras la colonia llegaron a ser unos 200.000, comenzando su recuperación tras la independencia.

Algunos aimaras mantienen el uso del consumo de la hoja sagrada de coca desde tiempos del imperio inca. Además se usa para ceremonias religiosas y remedios. Su cultivo se ha convertido en problemático para las autoridades por relacionarse con la creación de la cocaína. A pesar de esto, la hoja de coca se ha convertido en un importante símbolo de identidad cultural aimara. Otro elemento que se mantiene de forma tradicional es el calendario, que coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio sur. Sus creencias religiosas se conservan e incluso han sido incluidas en la Constitución boliviana. Mantienen el culto a dioses incas.

En la actualidad, se estima en más de 1 millón y medio los bolivianos hablantes de aimara, más de medio millón los peruanos aimarahablantes y unos 48.000 los aimaras en Chile, habiendo un grupo menor en el norte de Argentina. La mayor parte de los aimaras viven en la región del lago Titicaca, especialmente en el sur. Se concentran en El Alto, ciudad de 750.000 habitantes, y en La Paz, la capital de Bolivia. Muchos viven en los alrededores del Altiplano. Muchas de las organizaciones aimaras y movimientos usan la whipala. Entre 2006 y 2019, Evo Morales, aimara, fue el presidente de Bolivia, la primera vez que un miembro de un pueblo originario llegaba a ocupar este puesto en el continente.

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Caminando. Panorama de culturas y colectivos en Latinoamérica Copyright © 2023 por Manuel Gómez Navarro se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional, excepto cuando se especifiquen otros términos.

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